QUE VOTEN
Cada pueblo tiene derecho a escoger su futuro democráticamente. Eso fue lo que me enseñaron en la escuela, pero no lo que los partidos políticos centralistas creen. En Madrid defienden un estado al servicio de la constitución, y no lo contrario, como debería ser. Nos venden su filosofía, resumida en ese estúpido refrán de "más vale malo conocido que bueno por conocer", en sus telediarios, sus periódicos y sus fotos de la cara de malo que pone Ibarretxe. Han conseguido hacer de la palabra "nacionalista" un insulto, y ahora somos todos terroristas. Todos menos ellos, que camuflan su nacionalismo-de-madrid bajo el término "demócrata". ¿Lo eran cuando desfilaban con sus camaradas del Movimiento y enviaban cartas a publicaciones falangistas?
En Euskadi tienen todo el derecho a votar el referendum, y los demás deberíamos tomar ejemplo. Aunque lo digan por la radio, no se va a tambalear el mundo por cambiar un par de artículos de la constitución. En todo caso, se revelará esa mentira de "España" nacida tras la pérdida de las colonias, esa "democracia-de-toda-la-vida". Precisamente lo que algunos queremos, poner las cartas boca arriba sobre de la mesa y comprobar que siguen jugando con la misma mano que hace un siglo. Basta ya de eufemismos, de traducir los discursos de Primo de Rivera al lenguaje políticamente correcto. Sabemos que la expresión "estado federal" les aterra porque son los gritos de ultratumba de las víctimas (sus víctimas) de la Guerra Civil.
(Hay que ver lo que me inspiran los telediarios)
Ha decidido que voy a ir a ver La Pelota Vasca, el documental de Julio Medem sobre el conflicto de Euskadi. Odio al director, pero la polémica que ha desatado promete una mirada desde otro ángulo, el real, y no el de los que apañan votos con una "lucha antiterrorista" que se reduce a eso, a apañar votos. No puedo esperar otro Bowling For Columbine, porque el cine español está contaminado de la autoconsciencia de quienes no tienen quién los aguante, pero sí un pedacito de la verdad que se nos niega en los medios de comunicación.
Que voten en Euskadi, que elijan lo que ellos crean conveniente, y que miren hacia delante. La mejor manera de librarse del dolor no es removiéndose en él.
Cada pueblo tiene derecho a escoger su futuro democráticamente. Eso fue lo que me enseñaron en la escuela, pero no lo que los partidos políticos centralistas creen. En Madrid defienden un estado al servicio de la constitución, y no lo contrario, como debería ser. Nos venden su filosofía, resumida en ese estúpido refrán de "más vale malo conocido que bueno por conocer", en sus telediarios, sus periódicos y sus fotos de la cara de malo que pone Ibarretxe. Han conseguido hacer de la palabra "nacionalista" un insulto, y ahora somos todos terroristas. Todos menos ellos, que camuflan su nacionalismo-de-madrid bajo el término "demócrata". ¿Lo eran cuando desfilaban con sus camaradas del Movimiento y enviaban cartas a publicaciones falangistas?
En Euskadi tienen todo el derecho a votar el referendum, y los demás deberíamos tomar ejemplo. Aunque lo digan por la radio, no se va a tambalear el mundo por cambiar un par de artículos de la constitución. En todo caso, se revelará esa mentira de "España" nacida tras la pérdida de las colonias, esa "democracia-de-toda-la-vida". Precisamente lo que algunos queremos, poner las cartas boca arriba sobre de la mesa y comprobar que siguen jugando con la misma mano que hace un siglo. Basta ya de eufemismos, de traducir los discursos de Primo de Rivera al lenguaje políticamente correcto. Sabemos que la expresión "estado federal" les aterra porque son los gritos de ultratumba de las víctimas (sus víctimas) de la Guerra Civil.
(Hay que ver lo que me inspiran los telediarios)
Ha decidido que voy a ir a ver La Pelota Vasca, el documental de Julio Medem sobre el conflicto de Euskadi. Odio al director, pero la polémica que ha desatado promete una mirada desde otro ángulo, el real, y no el de los que apañan votos con una "lucha antiterrorista" que se reduce a eso, a apañar votos. No puedo esperar otro Bowling For Columbine, porque el cine español está contaminado de la autoconsciencia de quienes no tienen quién los aguante, pero sí un pedacito de la verdad que se nos niega en los medios de comunicación.
Que voten en Euskadi, que elijan lo que ellos crean conveniente, y que miren hacia delante. La mejor manera de librarse del dolor no es removiéndose en él.
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