ALL MY BEST FRIENDS ARE METALHEADS
Es el título de una canción de Less Than Jake, un grupo ska-punk de la Third Wave, además de la gran (y triste) realidad de mi vida. Mis amigos adoran esos falsetes irritantes, solos inacabables, canciones de-cuarto-de-hora, cambios de ritmo que convierten el headbanging en deporte de riesgo, letras pretenciosas y apocalípticas tan cargadas de referencias mitológicas y literarias como huecas.
Y sé que algunos de ellos me leen, y que quizá se sientan ofendidos. El anonimato no podía durar eternamente. Y, de todos modos, no es la primera vez que critico sus aburridos gustos musicales y sus radicales opiniones sobre los míos.
Opiniones radicales como: La música Punk es mierda. Claro, la única "música Punk" que han conocido es la que grupos con numerito en el nombre usan en la MTV para vender ropa de marca. Y Tom Waits, aseguran, tiene una voz que provocaría pesadillas a Pol Pot. Si no estuviera seguro que lo hacen para pincharme (naturaleza extraña de nuestra relación), me lo tomaría realmente mal.
¿Porqué discuten conmigo? Supongo que porque saben que su mayoría absoluta lleva las de ganar, y que el Snob acorralado acabará sustituyendo el adjetivo "pomposa", aplicado a la forma de cantar de Bruce Dickinson, por un más políticamente correcto "no me gusta".
Y, según dicen, yo no tengo gusto. Ni siquiera mal gusto. Simplemente, no tengo.
Sé que lo que tengo (me lo recuerdan a todas horas) es la manía insoportable de poner etiquetas. Me gusta llamar a las cosas por su nombre. Si es pop-con-sintetizador de principios de los 80, es New Wave. Si es la típica canción de pacífica protesta de los Beatles, es Mierda Hippie. Sé que llamar mierda a una cosa y no tolerar que se lo llamen a otra es contradictorio, pero lo cierto es que lo único bueno que dejaron los hippies en este mundo son los comics underground en los que se mofaban de ellos mismos. Sé que por mucho que dos no discutan si uno no quiere, yo valdré por dos hasta que admitan que el Punk-Metal no son Linkin Park y allegados. Sé que las cinco frases que le dedico diariamente a mis descubrimientos musicales son excesivas si el receptor sólo tiene paciencia para discos conceptuales. Sé que me cuesta disociar la música de las letras, y que pongo pegas a todas aquellas con las que no me sienta mínimamente identificado.
Sé que sé pocas cosas, pero que una de ellas es que tengo gusto. Ni bueno, ni malo, sino propio. Y que, siendo la música una parte importante de mi vida, además de tema de conversación favorito, necesito compartirlo con alguien, debatir, discutir y enfadarme por alguna estúpida cuestión en la que ambos bandos tengan opiniones bien fundadas.
Aprecio a mis amigos, pero me siento terriblemente solo cuando empiezan a comentar lo bien que lo pasan, y las melenas sucias que saborean, en todos esos conciertos a los que van juntos. O cuando se ponen a describir lo mierdas que es Yngwie Malmsteem, cuando a mí ese fulano me suena igual que cualquier otra cosa peluda que escuchen. Y especialmente cuando reconocen abiertamente que no soportan a los Ramones.
Por el amor de Crom, los Ramones. Vienen a ser la Coca-Cola de la música moderna, es imposible que no te resulten al menos agradables. Y esos pinflois no los soportan. En fin, de algo tendrán que vivir los que hacen la Pepsi...
Voy a poner un anuncio en el periódico. Uno como este: Firmado: Un Snob Neurótico, Punk Rocker y Amargado.
Es el título de una canción de Less Than Jake, un grupo ska-punk de la Third Wave, además de la gran (y triste) realidad de mi vida. Mis amigos adoran esos falsetes irritantes, solos inacabables, canciones de-cuarto-de-hora, cambios de ritmo que convierten el headbanging en deporte de riesgo, letras pretenciosas y apocalípticas tan cargadas de referencias mitológicas y literarias como huecas.
Y sé que algunos de ellos me leen, y que quizá se sientan ofendidos. El anonimato no podía durar eternamente. Y, de todos modos, no es la primera vez que critico sus aburridos gustos musicales y sus radicales opiniones sobre los míos.
Opiniones radicales como: La música Punk es mierda. Claro, la única "música Punk" que han conocido es la que grupos con numerito en el nombre usan en la MTV para vender ropa de marca. Y Tom Waits, aseguran, tiene una voz que provocaría pesadillas a Pol Pot. Si no estuviera seguro que lo hacen para pincharme (naturaleza extraña de nuestra relación), me lo tomaría realmente mal.
¿Porqué discuten conmigo? Supongo que porque saben que su mayoría absoluta lleva las de ganar, y que el Snob acorralado acabará sustituyendo el adjetivo "pomposa", aplicado a la forma de cantar de Bruce Dickinson, por un más políticamente correcto "no me gusta".
Y, según dicen, yo no tengo gusto. Ni siquiera mal gusto. Simplemente, no tengo.
Sé que lo que tengo (me lo recuerdan a todas horas) es la manía insoportable de poner etiquetas. Me gusta llamar a las cosas por su nombre. Si es pop-con-sintetizador de principios de los 80, es New Wave. Si es la típica canción de pacífica protesta de los Beatles, es Mierda Hippie. Sé que llamar mierda a una cosa y no tolerar que se lo llamen a otra es contradictorio, pero lo cierto es que lo único bueno que dejaron los hippies en este mundo son los comics underground en los que se mofaban de ellos mismos. Sé que por mucho que dos no discutan si uno no quiere, yo valdré por dos hasta que admitan que el Punk-Metal no son Linkin Park y allegados. Sé que las cinco frases que le dedico diariamente a mis descubrimientos musicales son excesivas si el receptor sólo tiene paciencia para discos conceptuales. Sé que me cuesta disociar la música de las letras, y que pongo pegas a todas aquellas con las que no me sienta mínimamente identificado.
Sé que sé pocas cosas, pero que una de ellas es que tengo gusto. Ni bueno, ni malo, sino propio. Y que, siendo la música una parte importante de mi vida, además de tema de conversación favorito, necesito compartirlo con alguien, debatir, discutir y enfadarme por alguna estúpida cuestión en la que ambos bandos tengan opiniones bien fundadas.
Aprecio a mis amigos, pero me siento terriblemente solo cuando empiezan a comentar lo bien que lo pasan, y las melenas sucias que saborean, en todos esos conciertos a los que van juntos. O cuando se ponen a describir lo mierdas que es Yngwie Malmsteem, cuando a mí ese fulano me suena igual que cualquier otra cosa peluda que escuchen. Y especialmente cuando reconocen abiertamente que no soportan a los Ramones.
Por el amor de Crom, los Ramones. Vienen a ser la Coca-Cola de la música moderna, es imposible que no te resulten al menos agradables. Y esos pinflois no los soportan. En fin, de algo tendrán que vivir los que hacen la Pepsi...
Voy a poner un anuncio en el periódico. Uno como este:
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