LA PELOTA VASCA
Como dije en mi anterior post, había decidido ver La Pelota Vasca, documental de Julio Medem sobre el conflicto de Euskadi, y eso es lo que he hecho esta noche. Solo, porque mis amigos pasan bastante de política. Y la voy a analizar aquí, porque también pasan bastante de mis críticas cinematográficas.
Primero, decir que he cumplido con mi cuota anual de cine español. Ya lo habrás oído: hay crisis en el sector, así que como buenos ciudadanos debemos tragarnos (y pagar por ver) esas estupideces pretenciosas financiadas con fondos públicos y alabadas en masa por la crítica. El problema no es que no sepan entretener, sino que tú, pedazo de apátrida, prefieras engullir tus palomitas ante una divertida superproducción americana que poner cara de inteligente mientras contemplas el enésimo desnudo de Paz Vega.
Comparando La Pelota Vasca con Bowling for Columbine me encuentro con que... bueno, no hay punto de comparación. En la primera no hay sitio para el afán didáctico y la ironía que granjearon a las segunda la simpatía de medio mundo y el odio del otro medio. La Pelota Vasca es una película seria, mucho, y se empeñan en dejárnoslo claro durante sus casi dos horas de metraje. Dos horas que se hacen eternas, y no porque el tema carezca de interés, sino por las interminables secuencias "poéticas" de música y pelotaris, el excesivo número de entrevistados interesantes de los que apenas podemos oír un par de frases y el desorden en los asuntos a tratar. Además adornan las entrevistas paisajes típicos vascos, en algunos casos pegotes de postproducción colocados a cualquier manera. Es curioso ver a Iñaki Gabilondo con más filtros difuminadores encima que Sara Montiel, para que no se note la cutrez del croma. Da la impresión (creo que poco alejada de la realidad) de que el documental se terminó a todo correr para participar en el Festival de San Sebastián y estrenarse ahora, cuando el problema vasco está de especial actualidad.
Lo realmente importante: Los puntos de vista diferentes a la línea de pensamiento única, son los que esperaba. Falta el del Partido Popular que, fiel a esta línea, se niega a participar en cualquier diálogo, aunque sea de corta-y-pega como este. Y, por supuesto, falta ETA. Pero no se les echa en absoluto de menos, ambos reciben un repaso merecido, y objetivo, como no estamos acostumbrados a ver en los medios de comunicación. La escasez de sensiblería es algo loable, tratándose de un tema tan dado a esas cosas. Los de María Isabel Lasa (viuda de Juan María Jáuregui), el secretario de las juventudes socialistas en Euskadi Eduardo Madina, el sacerdote irlandés Alec Reid, y un Arzallus diciendo, por una vez, lo que quiere y no lo que sacan por televisión, son algunos de los testimonios que me han parecido más interesantes.
La película está estructurada como una conversación, y ese es el mensaje que transmite, y lo que me hace recomendarla: Diálogo. Acomódense en sus butacas, escuchen pacientemente a todos los bandos. Es lo que otros deberían haber hecho hace años, pero están demasiado ocupados poniendo bombas o proscribiendo nacionalismos...
Como dije en mi anterior post, había decidido ver La Pelota Vasca, documental de Julio Medem sobre el conflicto de Euskadi, y eso es lo que he hecho esta noche. Solo, porque mis amigos pasan bastante de política. Y la voy a analizar aquí, porque también pasan bastante de mis críticas cinematográficas.
Primero, decir que he cumplido con mi cuota anual de cine español. Ya lo habrás oído: hay crisis en el sector, así que como buenos ciudadanos debemos tragarnos (y pagar por ver) esas estupideces pretenciosas financiadas con fondos públicos y alabadas en masa por la crítica. El problema no es que no sepan entretener, sino que tú, pedazo de apátrida, prefieras engullir tus palomitas ante una divertida superproducción americana que poner cara de inteligente mientras contemplas el enésimo desnudo de Paz Vega.
Comparando La Pelota Vasca con Bowling for Columbine me encuentro con que... bueno, no hay punto de comparación. En la primera no hay sitio para el afán didáctico y la ironía que granjearon a las segunda la simpatía de medio mundo y el odio del otro medio. La Pelota Vasca es una película seria, mucho, y se empeñan en dejárnoslo claro durante sus casi dos horas de metraje. Dos horas que se hacen eternas, y no porque el tema carezca de interés, sino por las interminables secuencias "poéticas" de música y pelotaris, el excesivo número de entrevistados interesantes de los que apenas podemos oír un par de frases y el desorden en los asuntos a tratar. Además adornan las entrevistas paisajes típicos vascos, en algunos casos pegotes de postproducción colocados a cualquier manera. Es curioso ver a Iñaki Gabilondo con más filtros difuminadores encima que Sara Montiel, para que no se note la cutrez del croma. Da la impresión (creo que poco alejada de la realidad) de que el documental se terminó a todo correr para participar en el Festival de San Sebastián y estrenarse ahora, cuando el problema vasco está de especial actualidad.
Lo realmente importante: Los puntos de vista diferentes a la línea de pensamiento única, son los que esperaba. Falta el del Partido Popular que, fiel a esta línea, se niega a participar en cualquier diálogo, aunque sea de corta-y-pega como este. Y, por supuesto, falta ETA. Pero no se les echa en absoluto de menos, ambos reciben un repaso merecido, y objetivo, como no estamos acostumbrados a ver en los medios de comunicación. La escasez de sensiblería es algo loable, tratándose de un tema tan dado a esas cosas. Los de María Isabel Lasa (viuda de Juan María Jáuregui), el secretario de las juventudes socialistas en Euskadi Eduardo Madina, el sacerdote irlandés Alec Reid, y un Arzallus diciendo, por una vez, lo que quiere y no lo que sacan por televisión, son algunos de los testimonios que me han parecido más interesantes.
La película está estructurada como una conversación, y ese es el mensaje que transmite, y lo que me hace recomendarla: Diálogo. Acomódense en sus butacas, escuchen pacientemente a todos los bandos. Es lo que otros deberían haber hecho hace años, pero están demasiado ocupados poniendo bombas o proscribiendo nacionalismos...
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