POST DEPRESIVO
Intento no volverme loco, con la cabeza enterrada entre mis manos y la mirada perdida en el estucado, mientras escucho crujir el parquet de otros pisos, el lejano murmullo de un telefilm en la habitación de mi madre, y el reloj del salón. Cómo odio ese reloj. Ni siquiera está en hora. Atrasa desde hace años, nadie lo mira nunca. Aparentemente, permanece en su sitio con la única función de susurrarnos a cada segundo "un paso más hacia la tumba".
He muerto. Síntoma inequívoco: urgente necesidad de escribir acerca de la fosa séptica en la que he convertido mi vida. O incluso algo de poesía basura, de la especia que habita diarios y carpetas de adolescentes depresivas, en perfecta convivencia con letras de canciones de HIM.
Me pregunto constantemente porqué no logro ser feliz. Tengo dinero para pagar todo el alcohol que necesito, una pila de comics sin leer que me da por la cintura, y una persona que me anima a cantar bajo la lluvia. Pero sigo pudriéndome por dentro. Echo de menos un hombro sobre el que llorar. Y un maldito abrazo. Y sonará egoísta (porque lo soy), pero necesito a alguien que me quiera.
Yo he olvidado cómo hacerlo.
Intento no volverme loco, con la cabeza enterrada entre mis manos y la mirada perdida en el estucado, mientras escucho crujir el parquet de otros pisos, el lejano murmullo de un telefilm en la habitación de mi madre, y el reloj del salón. Cómo odio ese reloj. Ni siquiera está en hora. Atrasa desde hace años, nadie lo mira nunca. Aparentemente, permanece en su sitio con la única función de susurrarnos a cada segundo "un paso más hacia la tumba".
He muerto. Síntoma inequívoco: urgente necesidad de escribir acerca de la fosa séptica en la que he convertido mi vida. O incluso algo de poesía basura, de la especia que habita diarios y carpetas de adolescentes depresivas, en perfecta convivencia con letras de canciones de HIM.
Me pregunto constantemente porqué no logro ser feliz. Tengo dinero para pagar todo el alcohol que necesito, una pila de comics sin leer que me da por la cintura, y una persona que me anima a cantar bajo la lluvia. Pero sigo pudriéndome por dentro. Echo de menos un hombro sobre el que llorar. Y un maldito abrazo. Y sonará egoísta (porque lo soy), pero necesito a alguien que me quiera.
Yo he olvidado cómo hacerlo.
PD: El primero que intente animarme en los comentarios a este post es un bastardo.
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